Cuando surgió la idea del trasplante, era algo que se veía sumamente lejano, temporal y a forma de diagnostico.
Todo se basaba en dieta y pastillas para la presión, lo cual consideraba muy ambiguo. Todo era casi relativo. Lo único certero era que por lo pronto yo no volvería a estar completamente sana.
Cuando mi mamá me habló por primera vez de trasplantarme, debo reconocer que no se me había pasado por la cabeza algo así por lo tanto me tomó muy de sorpresa, fue algo nuevo. Una solución casi tajante a mis problemas. Pero había algo que no comentó hasta ese momento y era el asunto el donante. EL hecho de que ella se ofreciera me dio pánico. Sentí por primera vez lo mucho que me quería (sin considerar lo mal que no habíamos llevado años atrás) al ser capaz de perder parte de su cuerpo en pos de mi mejoría. Me dio pánico porque me sentí bacilar ante su decisión, ya que no sé si tendría el mismo ímpetu en otras circunstancias.
Más a medida que pasaban los meses y los días después en el hospital me fui acostumbrando a la idea de un trasplante y que los donantes fueran mis papás, al menos esta la idea. Lo empece a tomar como algo más normal y que hablar del asunto de de la diálisis, ahora ya es parte de mi rutina y por el momento de mi realidad.
Solo espero que si todo sale según lo planeado poder devolver de alguna forma todo lo que ellos han hecho por mi.
sábado, 11 de agosto de 2007
Donante.
Vomitado por RoM a las 1:06 p. m.
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